viernes, 18 de marzo de 2011

Pensamiento crítico

Si algo brilla por su ausencia en este régimen carente de una consistente ideología política, hendida en vaporones socialistas de ocasión, es la existencia de un pensamiento crítico, mientras a la par se desborda a mansalva un apabullante culto a la personalidad que va in crescendo.
El hecho en sí mismo de concretarse un "Premio Libertador al Pensamiento Crítico", financiado y ventilado por el Gobierno, es la certeza de que la cuadratura del círculo de Arquímedes existe y el Pi egipcio lo abarca todo.
Este año le fue concedió el galardón al filósofo húngaro Istvan Meszaros, al cual Stalin hizo besar el polvo del ostracismo en su propia patria. El libro premiado, cuyo título lo define en su propia exactitud: "El desafío y la carga del tiempo histórico. El socialismo en el siglo XXI", estaba ya ganado antes de ser escrito para la causa del chavismo. No había vuelta de hoja.
Tras la entrega de la estatuilla y 150 mil dólares de Cadivi, el Presidente definió a Meszaros como uno de los radiantes pensadores de la actualidad a galope entre dos siglos, destacando en aquella rama en la que el miembro de la Escuela de Budapest siguió los parámetros del revisionismo marxista al pie de la letra.
Todo creador - poeta, escultor o pintor- al decir de Serguéi Prokófiev, debe servir al hombre y a su pueblo. Está llamado a embellecer la vida del ser humano y defenderla, a mantener el espíritu cívico en su arte, a glorificar la vida y conducir al hombre hacia un futuro luminoso, sin dudar en ningún instante que el Gran Líder jamás se equivoca y el pueblo debe seguir siempre sus huellas inconmensurables.
Hay un pequeño contrariedad, según Umberto Eco: "El pueblo, como expresión de una única voluntad y de unos sentimientos, no existe. Existen ciudadanos con ideas diferentes y el régimen democrático", algo desconocido en las estructuras del partido gobernante y por ende en el resto de los poderes públicos. Sí rebosa en apabullante cuantía, la imposición de la voluntad de un hombre: El Caudillo.
Cuando un mal llamado pensamiento crítico emprende una actividad mental disciplinada, el egocentrismo anula los derechos y necesidades de los otros, mientras los intelectuales afines a la ideología imperante asumen posturas de sumisión calibre estándar.
No hace falta ir lejos: Recientemente un grupo de doctos afectos al oficialismo - Vladimir Acosta, Santiago Arconada, Rigoberto Lanz, Luís Brito García y algunos sesudos del Grupo Miranda - , cometieron el sacrilegio de solicitarle al Partido Socialista Unido de Venezuela más amplia discusión y menos seguir resolviendo las contrariedades del movimiento bolivariano en un pequeño cenáculo enmarcado en la obediencia ciega al líder máximo.
Mejor no. El sepulcral silencio de la dirigencia tuvo una explicación envuelta en temores: nadie platicaría hasta que lo hiciera el cacique del equipo rojo-rojito. Y cuando habló Chávez fue para exigirles a los "atrevidos" la retractación de sus errores ideológicos y la eliminación de la calentura de un pensamiento crítico, el mismo que ahora se premia en las páginas de un anciano magiar, cuyo texto pocos leerán y menos asimilarán.
(16 de septiembre 2009)

No hay comentarios:

Publicar un comentario