lunes, 21 de marzo de 2011

La guerra de Chávez


El gobernante Hugo Chávez denuncia a sotavento que Estados Unidos planea provocar violencia interna en Venezuela de cara a las elecciones presidenciales en diciembre de 2012 para incitar a su derrota y apoderarse del petróleo, mientras advierte  a Barack Obama que  su país no será una segunda Libia.
Los “yanquis” no necesitan arrebatar  el crudo de las tierras de “Doña Bárbara” en la novela de Rómulo Gallegos: el comandante se lo vende todito y cobra al instante, por tal razón, sus palabras referentes a una amenaza del Imperio  saben a huecas.
 Las expresiones  del mandamás criollo son una justificación trivial con el deseo de poder apertrecharse de equipos bélicos. En los últimos seis años ha comprado 15 millardos de dólares – se dice pronto – en armas. A eso se  debe añadir lo  gastado en los períodos anteriores.
La guerra  - no en la idea moralista  del maestro Sun Tzu - es una imagen perenne en la mente del Teniente Coronel, el cual prefiere ser llamado “Comandante-Presidente”.
En su fuero interno o en sus noches de insomnio,  hace elucubraciones con los últimos cacharros bélicos adquiridos. El hombre todo lo imagina, y tristemente, la única vez que tuvo ocasión de demostrar el valor castrense se ocultó en el Museo Militar  de Caracas sin disparar un solo tiro. Sucedió cuando   encabezó  una asonada militar contra Carlos Andrés Pérez en  1992.
Ahora, envalentonado, dice estar construyendo el ejército más inexpugnable del mundo.
No sabemos con quién será la pelea. Estados Unidos ni le mira. Colombia bastante tiene con sus problemas domésticos; Brasil está en otra onda, mientras las pequeñas islas del Caribe piensan solamente en poder llegar a final de mes con sus escuálidos presupuestos.
 Entonces: ¿Para qué tantas armas? Simplemente como entretenimiento de un militar quedado a medio camino entre las estrategias de  cartulina de la Academia Militar y la cabalgadura en desbandada de  sus elucubraciones.
 En las laderas de la cordillera de El Ávila, al pie de Caracas,  al llegar la invasión, piensa ubicar a docenas de reservistas dispuestos, con fusiles oxidados, a salvar a la patria de un peligro inminente.
Debería el Napoleón caribeño ponerse al día, en lo que a armamento se refiere, dejando atrás los obsoletos aviones y helicópteros rusos; lo que se estila ahora son los sofisticados   cazas construidos por la empresa Dassault en la localidad francesa de  Burdeos.
Es más – y no es ciencia ficción -: existen armas más bien salidas de la “Guerra de las galaxias”. Artefactos capaces de destruir el mundo y contra las cuales no hay defensa posible.
Hay cierto instrumento mortal, un rayo teledirigido llamado  “Elipton”,  cuyo cañón de partículas neutras es lo último en el ingenio agresivo.
¿Se imaginan al  Máximo Líder  venezolano disponiendo de esa lindeza y con un poco de energía  hacer polvo la cúpula del Capitolio estadounidense?
No hay pena. Todo se andará a razón  del corolario mental del “Tirano Banderas” caribeño.

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