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Henrique Capriles Radonski
Los venezolanos han dado este domingo una lección política de alto conteniendo democrático y de trascendental consecuencia en los próximos meses hasta llegar al 7 de octubre, fecha en que Hugo Chávez se presenta nuevamente a la reelección, si bien ahora, afrontando a un candidato de la oposición surgido del sufragio de unas urnas y con el aval de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), plataforma constituida por los partidos y organizaciones civiles adversos al oficialismo militarista.
El emplazado Líder de la Revolución comenzó ayer mismo a ver el escenario de forma diferente: ya no podrá hacer con el país lo que bien le venga en gana, y si lo hace, tendrá frente a él un núcleo opositor compacto dispuesto a frenar sus conocidas acciones despóticas.
No será fácil el camino a seguir y el candidato opositor lo sabe con certeza. El chavismo es hueso duro de roer. Acaparó solidamente en estos 13 años de gobierno absoluto los diversos poderes del Estado; amasó un patrimonio económico considerable producto del ingreso petrolero, del cual solamente el 40 o 45 por ciento va a las arcas de Hacienda, mientras el resto lo maneja, sin responder a nadie, el propio mandatario, al considerarse – y no es una chacota – cacique mayor de Venezuela.
El teniente coronel golpista - se cumplen 20 años de su asonada militarista elevada a gloriosa gesta patriótica - es un autodidacta político pícaro e irresponsable, gobernando con gestos cuartelarios y creyéndose heredero legítimo de Simón Bolívar, al que enaltece y venera en provecho propio.
Cuenta con una riestra de dioses en su santoral privado, uno principalísimo es Fidel Castro. Algunas veces lo llama hermano, otra camarada de casta o padre ideológico. Si existe una contrariedad o una pregunta sin respuesta, mira a Cuba, y allí el gran tótem - la esfinge del Caribe - dará solución a la contingencia.
Con el mandatario purpúreo no hay opositores sino enemigos, idea fermentada en su mente castrense enrevesada. El ganador de las primarias de la oposición, Henrique Capriles Radonski, es “una mosca insignificante, un pitiyanqui, cierto oligarca de arcaica data”.
No son palabras, es miedo. El Gobierno dudaba que estas primarias llegaran, como mucho, a una participación de 1.200.000 personas. Esa cifra fue superada: tres millones. Venezuela está cansada del régimen abusivo, intolerante, comunista y grosero.
Chávez cree haber venido al mundo venezolano a reverdecerlo, cuando lo que hizo hasta los momentos, ha sido crear un volcán de aborrecimientos, dividir a la nación de forma espeluznante y creerse amo y señor de la heredad de Simón Bolívar.
La nación comenzó el domingo a renacer del fuego que la ahogaba con la soga del totalitarismo yerto.
Al presente la dura batalla será el 7 de octubre estando al frente de ella Capriles Radonski de 39 años. Y lo dicho: Chávez ya no se sentirá tan bizarro y despreciativo con sus contendientes.
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