domingo, 2 de enero de 2011

“Hugo Chávez tiene un cuartel en el cerebro”

Periodista (chavista ex confeso) ve en el líder revolucionario a un hombre con una capacidad de trabajo “asombrosa” y una inteligencia “que Dios le guarde”. Pero también ve a un sujeto con una irreductible mentalidad castrense, que ha hecho de la ilusión bolivariana un nuevo desengaño

IGOR MOLINA 





Rafael Del Naranco dice que Chávez repite el papel de todo dictador en su relación con los medios

Caracas.- Entra en el que fuera el despacho del mítico editor Miguel Ángel Capriles -oscuro, vacío, con los fantasmas del ayer todopoderoso ocupando todavía sus butacas irrenunciables, con las hilachas de su gloria inmortal hechas de olor a tinta y papel- y señala con la mirada deslumbrada: “Aquella era su silla y aquí me sentaba yo, allá Nelson Luis Martínez y más allá…” 

Rafael Del Naranco, una institución viva del periodismo venezolano, está íngrimo y solo, una tarde de sábado en el piso 9 de la Torre de la Prensa, mirando con desgarradora ternura el pasado. Llora sin lágrimas. En los últimos 20 años no ha concedido entrevistas. “Trátame como te dé la gana”, musita.

-Usted es testigo de excepción en el periodismo venezolano…

-Tú también. Si yo te entrevistara, tendrías muchas cosas que contar. Tú hiciste sociales y conociste a muchos grandes señores que después supiste que no eran tales y otros que no lo parecen y sí lo son. Todos tienen su historia, grande o pequeña. Normalmente los periodistas tienen historias grandes, que al ser sobre hechos cotidianos parecen historia pequeña, pero no lo son. Todos juntos hacen la historia verdadera.

-Usted conoció otro país del periodismo, cuando éste era admirado y respetado.

-No hace tanto: hace 12 o 14 años.

-Exacto: antes de la llegada de Chávez al poder. Hoy la conseja popular es que hay que descreer de lo que se publica y de lo que se oye en radio y tv. ¿Por qué se ha descendido a este foso?

-El periodismo nunca fue el buen personaje de la película. Está hecho por seres humanos y hay periodismo bueno y malo, como hay seres humanos buenos y malos. Hay periodistas -y dueños de medios- que han abusado de su poder y otros que lo han hecho de la mejor manera posible. Lo que sucede con Chávez es lo siguiente: es un autócrata. En criollo eso quiere decir dictador. Y todo personaje de esa especie en la historia, por su deformación espiritual y moral, sólo admite la adulancia. Las dictaduras, ésta y cualquiera, por lo primero que van es por los medios, porque ellas crecen sobre la ignorancia de sus actos, que no se sepa lo que hacen. Todos los medios del Estado son un botafumeiro hacia Chávez: si no es Dios, le falta poco. Si está lloviendo y a Chávez le da por decir que es un invento de la oligarquía, la mayoría del chavismo dice que hay un sol espléndido aunque le esté cayendo el agua a chorros sobre la cabeza. Yo no puedo decir, porque sería absurdo, que antes de llegar Chávez todo funcionaba en este país. Los últimos años de AD y Copei fueron un desastre. De aquellos barros vinieron estos lodos. Aún así, en aquella época funcionaban las instituciones. Un ejemplo palmario: un congreso con mayoría de AD y un fiscal general relativamente independiente sacaron al Presidente. Hoy eso sería impensable. Y ocurrió porque entregó 400.000 dólares de la partida secreta a Nicaragua, cuando hoy siguen desapareciendo en manos de la corrupción millones de dólares y no hay un preso.

-¿Debe el periodismo venezolano tener conciencia autocrítica? A juzgar por sus palabras, no la tiene.

-La tiene poca, pero la tiene. Dadas las circunstancias, a nadie se le puede exigir que sea valiente. Aún así, hay un grupo admirable de periodistas, como hay otros que son rastreros morales. Cuando un gobierno con tanto poder como éste controla todo, no es fácil pedirle a un periodista que salga a enfrentarse con ese monstruo, llevando para defenderse un bolígrafo, un block o un grabador.

-En la Venezuela anterior a 1998 hubo periódicos censurados y cerrados, sus dueños exilados y periodistas enjuiciados. De 1998 para acá, esa situación no existe. Nunca antes se había visto un gobierno sometido a una ofensiva mediática concertada como ahora. ¿De qué país estamos hablando?

- De la Venezuela de siempre. Yo padecí eso como nadie en la Venezuela de la cuarta república, pero de lo que quiero dejar constancia es que había un resquicio, aunque fuera pequeño, para acudir a los tribunales. Hoy es imposible.

-¿Qué diferencia a aquel periodismo del que se hace hoy?

-Como diferencia, ninguna. Lo que ha cambiado es la actitud del gobierno y de los medios respecto a éste. Los medios apoyaron a Chávez en 1998, pero estaban acostumbrados, una vez que el candidato ganaba, a pasarle la factura. En negocios, en campañas publicitarias y hasta en tener sus propios diputados. Chávez les salió respondón y les cerró totalmente esas prebendas. Ahí empezó el enfrentamiento contra el chavismo, con la salvedad de que se acrecentó tras el golpe de abril de 2002. Yo viví eso en primera persona. Era director de El Mundo y fuimos el único periódico en Caracas que estuvo al lado del gobierno. Chávez me llamó el 14 de abril a las 4:00 de la madrugada para agradecerme que no lo hubiera traicionado. Y le dije: “No, Chávez, tú eres el Presidente constitucional y debes ser respetado”. Yo también era corresponsal del diario El Mundo de Madrid y allí informé que los periódicos de Caracas habían guardado sepulcral silencio el 13 de abril. Aquí ni Ultimas Noticias estuvo ese día a favor del gobierno. Después, sí. Y menos El Nacional o El Universal. Pero dos años después, paulatinamente, fui dándome cuenta de que el Chávez que yo conocí, noble, abierto, generoso, había cambiado.

-¿A Chávez lo hizo cambiar la ferocidad de la derecha venezolana?

-En principio, sí. A mí me dijo José Vicente Rangel: “Aquí se terminó la templanza con la gente del este”. Y fue cierto.

-La historia venezolana y latinoamericana es un rosario de procesos políticos en los que el pueblo es continuamente traicionado por líderes que comienzan siendo sus portavoces y terminan siendo de las oligarquías. ¿Chávez no contradice esa historia de tragedias populares al no plegarse a la burguesía?

-Cierto. Pero Chávez tomó para sí los privilegios de la burguesía.

-¿Cuáles?

-Todos. Es dueño de los medios, de las tierras, de las empresas, hasta del aire, del éter, de todo. Él se volvió lo que se llamaba en tiempos de Gómez “El gendarme necesario”. Y Chávez hizo algo más grave, que es lo que le va a cobrar la historia: dividir el país en dos mitades, cada una de las cuales odia a muerte a la otra.

-¿Podría ser que ahora el pueblo llano esté consciente de sus derechos y de cuál clase social se los ha arrebatado siempre y todavía quiere volver a arrebatárselos? ¿Será eso lo que llaman división?

-Esos derechos del pueblo, que son tuyos y míos, ahora los tiene Chávez. Yo fui chavista cuando nadie lo era. Pero yo pasé de la ilusión más grande al desengaño total. Esto no es lo que mucha gente soñamos. ¿Dónde está la ideología de este proceso? En el programa “Aló Presidente”. Ahí se sienta el alto gobierno esperando las directrices que se le ocurran al Presidente. Las preguntas que me haces son muy sensatas y tienen sentido. Yo, en el fondo, no soy antichavista, soy anti-Chávez.

-¿Cuál es la diferencia?

-El chavismo nació para hacer un país justo. Por eso arrastró a tanta gente. Pero cuando Chávez entró en Miraflores, el poder lo alucinó. El día antes no tenía ni para comprarse una arepa y al día siguiente era el emperador de un reino: Venezuela. El error grave que hemos sufrido con Chávez es uno nada más: que salió de un cuartel a la silla presidencial. Es un militar a tiempo completo y él tiene una idea del mando totalmente cuartelaria: las órdenes se cumplen, no se discuten.

-Usted ha sido un agudo observador de la escena internacional. Cuando uno examina la historia de América Latina, percibe un rasgo asombroso: hemos sido vasallos permanentes de los grandes poderes mundiales. Lo mejor siempre viene de afuera. ¿Chávez ha detenido ese proceso de vasallaje?

-A medias. América Latina se viene quejando desde hace 500 años de su paupérrima situación cuando es el continente que tiene las riquezas más grandes del planeta. Aquí se pueden tener tres cosechas al año y nos hemos muerto de hambre. Pero no sigamos derramando lágrimas nuevas sobre penas antiguas. Chávez tiene un sentido nacionalista muy profundo, pero hoy los nacionalismos encerrados en un mundo global dan poco espacio al movimiento. Cierto, Chávez creó el Alba, pero la impuso a realazos. ¿Ves? Él quiso mandar en el Alba: son las ideas del cuartel. Chávez tiene una capacidad de trabajo asombrosa, una inteligencia que Dios se la guarde, pero a la par tiene un cuartel en el cerebro. En el fondo, si me ponen a escoger entre la oposición a Chávez y Chávez, me voy con Chávez para ver si lo convenzo de que hay que contar con todos, que todos no tenemos casa en el Country Club, que nos levantamos a trabajar, no somos oligarcas, no somos sinvergüenzas, no somos millonarios. Chávez tiene muchas acciones positivas, pero sus errores son mayúsculos. Creo que, a estas alturas, Chávez es un caso perdido.

De perfil

“ Soy como el gorrión: como y duermo en Venezuela, pero no vivo en Venezuela”. Así es como Rafael Del Naranco deja claro que todavía -hasta su muerte y más allá- seguirá siendo español, seguirá siendo asturiano.

“ Nació en Guijón, en la década de los cuarenta del siglo pasado. Y confiesa que ya a los tres años su madre le vio vena periodística. “A los 14 años entré por primera vez en la redacción de un periódico y hoy, a los 65, no he salido de ella. No he tenido ningún otro trabajo. En los últimos 25 años he escrito y publicado todos los días”.

“ En la década de los años 70, por invitación de Carlos Canache Mata, llega a Margarita y allí funda, sucesivamente, los diarios El Sol de Margarita, El Impacto y La Voz de Juan Griego. En 1980, Miguel Ángel Capriles (padre) lo invita a venir a Caracas para encargarle la Jefatura de Redacción de la revista Venezuela Gráfica. “Era una cosa horrorosa, el periodismo que se hacía era demencial”, recuerda. 

“ Luego pasa a redactor, subdirector y director de Élite, otra de las desaparecidas revistas del emporio editorial Cadena Capriles. Y también dirigió El Mundo (en su era de vespertino), hasta que, en 1999, entregó el testigo a Teodoro Petkoff.

No hay comentarios:

Publicar un comentario