sábado, 29 de enero de 2011

Las dos muertes de Carlos Andrés Pérez



Se cumple un mes del fallecimiento del ex presidente de Venezuela en medio de un pleito familiar  sobre su definitiva inhumación. Tuvo esposa y concubina que acompañaron su vida a partes iguales. Mientras la legítima pide que su cuerpo descanse en Venezuela, la amante sentimental desea  que continúe en Miami hasta que el país se libere del yugo de Hugo Chávez.

Rafael del Naranco

El  ex presidente de Venezuela Carlos Andrés Pérez, popularmente conocido como CAP,  reposa en una urna climatizada  en una funeraria de Miami desde el pasado 29 de diciembre tras su fallecimiento el día 25 a los 88 años de edad, en espera del resultado de un pleito entre las dos  familias que tuvo.
Esta es la definitiva muerte  del hombre que gobernó el país caribeño en dos períodos trascendentales, 1974-1979 y 1989-1993.
 La primera de las esposas,  de la que no se ha divorciado y cuya unión tuvo lugar el 1948, es su prima  Blanca Rodríguez de Pérez, la compañera en los tiempos difíciles que los llevó exilados a Costa Rica tras el derrocamiento del presidente Rómulo Gallegos, el conocido autor de la novela “Doña Bárbara”.
Con Blanca tuvo cuatro hijos. Ahora solicita  al juez de Florida, Arthur Rotherberg, que los restos del cónyuge sean sepultados en su tierra natal al lado de Thais, la hija fallecida hace 15 años.
 A ello se opone Cecilia Matos con la que CAP compartió más de tres décadas y le dio dos   niñas. Para ello presentó el testimonio del historiador Agustín Blanco, autor del libro “Yo sigo acusando. Habla Carlos Andrés Pérez”.
El escritor alega  que cuando  le preguntó al ex mandatario si deseaba a fallecimiento ser enterrado en Venezuela, tres veces respondió: “Cuando haya democracia, cuando hay democracia, cuando haya democracia”,  lo  cual prueba  fehacientemente según Matos, su rechazo  a ser llevado al pais donde  Chávez, que ahora aboga por que venga la urna a Caracas, intentó derrotarlo militarmente.
 El magistrado de Miami se halla ante un difícil dilema, y pide, mientras decide, que el cuerpo de Pérez sea depositado en una cripta hasta que se resuelva la  disputa, lo  que bien pudiera tardar algunos meses.
El ex presidente tenía un concepto muy respetuoso de las obligaciones sociales y trató de ajustarse a ellas, aún a sabiendas de lo difícil  que resultaba. Esa es la razón de que no se divorciara de  doña Blanca.
 En una entrevista en su casa  de nombre “La Ahumada” -  la cual  tenía por cárcel al ser destituido de la presidencia de la república el 30 de mayo de 1996  por “malversación genérica  agravada”,  según la sentencia de 777 páginas  de la Corte Suprema de Justicia -  y a sabiendas de que ya tenía unos años a Cecilia Matos  como compañera sentimental, a la pregunta:   ¿Qué piensa cuando le hablan de su otra vida amorosa? Respondió:
“Nosotros los andinos – ésta es una característica  regional – somos muy reservados y respetuosos de los convencionalismo, y nunca abordamos  estos temas, no nos gusta tratarlos  en discusiones  públicamente. Siempre he tenido una gran responsabilidad sobre las ataduras hogareñas, sobre los compromisos con los hijos”.
 A otra interrogación de si se había sentido incomprendido sentimentalmente alguna vez, explicó: “No tendría una respuesta fácil para esto porque no he sido  enamoradizo, no he sido persona  de dedicarme a esos menesteres”
Y remató, acaso sin darle importancia: “Yo creo que ser un Don Juan  es una actividad como otra cualquiera”.
La señora Matos está de acuerdo en que los restos de Carlos Andrés sean depositados en un mausoleo en Miami hasta que pueda, una vez Chávez abandone el  poder, regresar a Venezuela. “Además – añade – le daría dignidad”.
Ese es también el parecer del juez Rotherberg. A ello se opone rotundamente la familia legal,  formada por Blanca Rodríguez y sus hijas, con el argumento que una vez depositado en la bóveda del camposanto bajo tierra, judicialmente en los Estados Unidos  ese acto  se considera un entierro, y la demanda planteada para repatriar los restos a Caracas pudiera ser anulada.
En el juicio los abogados de Cecilia  afirmaron que si el ex presidente no se divorció de su primera esposa, fue por el impedimento del mandatario Hugo Chávez que controla los tribunales de justicia en su país.  
El Comandante respondido ayer diciendo que echarle la culpa de que Carlos Andrés Pérez no pudiera divorciarse es “el colmo de la locura”, y expresó su deseo de que el fallecido ex gobernante pueda ser sepultado en su tierra natal.
Para CAP Chávez era un dictador,  del que prefería no hablar, al considerarlo desgraciadamente una inflexión en la situación política venezolana.
Esta sería la segunda muerte del hombre de Rubio – su pueblo natal en el estado Táchira,  fronterizo con Colombia  -, al ser la incipiente cuando se vio ante un tribunal y le costó el cargo presidencial que había a  sumido en dos ocasiones.
 En aquel instante, y ya camino de una celda en la cárcel de El Junquito,  rodeado de presos comunes, hasta ser trasladado unos días después a su residencia-prisión, habló al país  con emoción pero sin amilanarse.
Si en ese instante se le hubiera pinchado una vena, posiblemente  en lugar de sangre manaría jugo de frailejón, al arbusto duro y reseco de los Andes venezolanos de su infancia.
“No he perseguido a nadie. A nadie he hostigado. Sin embargo, contra nadie  se ha desatado una campaña sistemática, larga y obsesiva, como se ha ensañado contra mí y contra mi gobierno. Lo he soportado con la convicción de que en las democracias son siempre preferibles los abusos de la oposición que los abusos del Gobierno”
 Y remató con denuedo: “¡Hubiera deseado otra muerte!”.


domingo, 2 de enero de 2011

“Hugo Chávez tiene un cuartel en el cerebro”

Periodista (chavista ex confeso) ve en el líder revolucionario a un hombre con una capacidad de trabajo “asombrosa” y una inteligencia “que Dios le guarde”. Pero también ve a un sujeto con una irreductible mentalidad castrense, que ha hecho de la ilusión bolivariana un nuevo desengaño

IGOR MOLINA 





Rafael Del Naranco dice que Chávez repite el papel de todo dictador en su relación con los medios

Caracas.- Entra en el que fuera el despacho del mítico editor Miguel Ángel Capriles -oscuro, vacío, con los fantasmas del ayer todopoderoso ocupando todavía sus butacas irrenunciables, con las hilachas de su gloria inmortal hechas de olor a tinta y papel- y señala con la mirada deslumbrada: “Aquella era su silla y aquí me sentaba yo, allá Nelson Luis Martínez y más allá…” 

Rafael Del Naranco, una institución viva del periodismo venezolano, está íngrimo y solo, una tarde de sábado en el piso 9 de la Torre de la Prensa, mirando con desgarradora ternura el pasado. Llora sin lágrimas. En los últimos 20 años no ha concedido entrevistas. “Trátame como te dé la gana”, musita.

-Usted es testigo de excepción en el periodismo venezolano…

-Tú también. Si yo te entrevistara, tendrías muchas cosas que contar. Tú hiciste sociales y conociste a muchos grandes señores que después supiste que no eran tales y otros que no lo parecen y sí lo son. Todos tienen su historia, grande o pequeña. Normalmente los periodistas tienen historias grandes, que al ser sobre hechos cotidianos parecen historia pequeña, pero no lo son. Todos juntos hacen la historia verdadera.

-Usted conoció otro país del periodismo, cuando éste era admirado y respetado.

-No hace tanto: hace 12 o 14 años.

-Exacto: antes de la llegada de Chávez al poder. Hoy la conseja popular es que hay que descreer de lo que se publica y de lo que se oye en radio y tv. ¿Por qué se ha descendido a este foso?

-El periodismo nunca fue el buen personaje de la película. Está hecho por seres humanos y hay periodismo bueno y malo, como hay seres humanos buenos y malos. Hay periodistas -y dueños de medios- que han abusado de su poder y otros que lo han hecho de la mejor manera posible. Lo que sucede con Chávez es lo siguiente: es un autócrata. En criollo eso quiere decir dictador. Y todo personaje de esa especie en la historia, por su deformación espiritual y moral, sólo admite la adulancia. Las dictaduras, ésta y cualquiera, por lo primero que van es por los medios, porque ellas crecen sobre la ignorancia de sus actos, que no se sepa lo que hacen. Todos los medios del Estado son un botafumeiro hacia Chávez: si no es Dios, le falta poco. Si está lloviendo y a Chávez le da por decir que es un invento de la oligarquía, la mayoría del chavismo dice que hay un sol espléndido aunque le esté cayendo el agua a chorros sobre la cabeza. Yo no puedo decir, porque sería absurdo, que antes de llegar Chávez todo funcionaba en este país. Los últimos años de AD y Copei fueron un desastre. De aquellos barros vinieron estos lodos. Aún así, en aquella época funcionaban las instituciones. Un ejemplo palmario: un congreso con mayoría de AD y un fiscal general relativamente independiente sacaron al Presidente. Hoy eso sería impensable. Y ocurrió porque entregó 400.000 dólares de la partida secreta a Nicaragua, cuando hoy siguen desapareciendo en manos de la corrupción millones de dólares y no hay un preso.

-¿Debe el periodismo venezolano tener conciencia autocrítica? A juzgar por sus palabras, no la tiene.

-La tiene poca, pero la tiene. Dadas las circunstancias, a nadie se le puede exigir que sea valiente. Aún así, hay un grupo admirable de periodistas, como hay otros que son rastreros morales. Cuando un gobierno con tanto poder como éste controla todo, no es fácil pedirle a un periodista que salga a enfrentarse con ese monstruo, llevando para defenderse un bolígrafo, un block o un grabador.

-En la Venezuela anterior a 1998 hubo periódicos censurados y cerrados, sus dueños exilados y periodistas enjuiciados. De 1998 para acá, esa situación no existe. Nunca antes se había visto un gobierno sometido a una ofensiva mediática concertada como ahora. ¿De qué país estamos hablando?

- De la Venezuela de siempre. Yo padecí eso como nadie en la Venezuela de la cuarta república, pero de lo que quiero dejar constancia es que había un resquicio, aunque fuera pequeño, para acudir a los tribunales. Hoy es imposible.

-¿Qué diferencia a aquel periodismo del que se hace hoy?

-Como diferencia, ninguna. Lo que ha cambiado es la actitud del gobierno y de los medios respecto a éste. Los medios apoyaron a Chávez en 1998, pero estaban acostumbrados, una vez que el candidato ganaba, a pasarle la factura. En negocios, en campañas publicitarias y hasta en tener sus propios diputados. Chávez les salió respondón y les cerró totalmente esas prebendas. Ahí empezó el enfrentamiento contra el chavismo, con la salvedad de que se acrecentó tras el golpe de abril de 2002. Yo viví eso en primera persona. Era director de El Mundo y fuimos el único periódico en Caracas que estuvo al lado del gobierno. Chávez me llamó el 14 de abril a las 4:00 de la madrugada para agradecerme que no lo hubiera traicionado. Y le dije: “No, Chávez, tú eres el Presidente constitucional y debes ser respetado”. Yo también era corresponsal del diario El Mundo de Madrid y allí informé que los periódicos de Caracas habían guardado sepulcral silencio el 13 de abril. Aquí ni Ultimas Noticias estuvo ese día a favor del gobierno. Después, sí. Y menos El Nacional o El Universal. Pero dos años después, paulatinamente, fui dándome cuenta de que el Chávez que yo conocí, noble, abierto, generoso, había cambiado.

-¿A Chávez lo hizo cambiar la ferocidad de la derecha venezolana?

-En principio, sí. A mí me dijo José Vicente Rangel: “Aquí se terminó la templanza con la gente del este”. Y fue cierto.

-La historia venezolana y latinoamericana es un rosario de procesos políticos en los que el pueblo es continuamente traicionado por líderes que comienzan siendo sus portavoces y terminan siendo de las oligarquías. ¿Chávez no contradice esa historia de tragedias populares al no plegarse a la burguesía?

-Cierto. Pero Chávez tomó para sí los privilegios de la burguesía.

-¿Cuáles?

-Todos. Es dueño de los medios, de las tierras, de las empresas, hasta del aire, del éter, de todo. Él se volvió lo que se llamaba en tiempos de Gómez “El gendarme necesario”. Y Chávez hizo algo más grave, que es lo que le va a cobrar la historia: dividir el país en dos mitades, cada una de las cuales odia a muerte a la otra.

-¿Podría ser que ahora el pueblo llano esté consciente de sus derechos y de cuál clase social se los ha arrebatado siempre y todavía quiere volver a arrebatárselos? ¿Será eso lo que llaman división?

-Esos derechos del pueblo, que son tuyos y míos, ahora los tiene Chávez. Yo fui chavista cuando nadie lo era. Pero yo pasé de la ilusión más grande al desengaño total. Esto no es lo que mucha gente soñamos. ¿Dónde está la ideología de este proceso? En el programa “Aló Presidente”. Ahí se sienta el alto gobierno esperando las directrices que se le ocurran al Presidente. Las preguntas que me haces son muy sensatas y tienen sentido. Yo, en el fondo, no soy antichavista, soy anti-Chávez.

-¿Cuál es la diferencia?

-El chavismo nació para hacer un país justo. Por eso arrastró a tanta gente. Pero cuando Chávez entró en Miraflores, el poder lo alucinó. El día antes no tenía ni para comprarse una arepa y al día siguiente era el emperador de un reino: Venezuela. El error grave que hemos sufrido con Chávez es uno nada más: que salió de un cuartel a la silla presidencial. Es un militar a tiempo completo y él tiene una idea del mando totalmente cuartelaria: las órdenes se cumplen, no se discuten.

-Usted ha sido un agudo observador de la escena internacional. Cuando uno examina la historia de América Latina, percibe un rasgo asombroso: hemos sido vasallos permanentes de los grandes poderes mundiales. Lo mejor siempre viene de afuera. ¿Chávez ha detenido ese proceso de vasallaje?

-A medias. América Latina se viene quejando desde hace 500 años de su paupérrima situación cuando es el continente que tiene las riquezas más grandes del planeta. Aquí se pueden tener tres cosechas al año y nos hemos muerto de hambre. Pero no sigamos derramando lágrimas nuevas sobre penas antiguas. Chávez tiene un sentido nacionalista muy profundo, pero hoy los nacionalismos encerrados en un mundo global dan poco espacio al movimiento. Cierto, Chávez creó el Alba, pero la impuso a realazos. ¿Ves? Él quiso mandar en el Alba: son las ideas del cuartel. Chávez tiene una capacidad de trabajo asombrosa, una inteligencia que Dios se la guarde, pero a la par tiene un cuartel en el cerebro. En el fondo, si me ponen a escoger entre la oposición a Chávez y Chávez, me voy con Chávez para ver si lo convenzo de que hay que contar con todos, que todos no tenemos casa en el Country Club, que nos levantamos a trabajar, no somos oligarcas, no somos sinvergüenzas, no somos millonarios. Chávez tiene muchas acciones positivas, pero sus errores son mayúsculos. Creo que, a estas alturas, Chávez es un caso perdido.

De perfil

“ Soy como el gorrión: como y duermo en Venezuela, pero no vivo en Venezuela”. Así es como Rafael Del Naranco deja claro que todavía -hasta su muerte y más allá- seguirá siendo español, seguirá siendo asturiano.

“ Nació en Guijón, en la década de los cuarenta del siglo pasado. Y confiesa que ya a los tres años su madre le vio vena periodística. “A los 14 años entré por primera vez en la redacción de un periódico y hoy, a los 65, no he salido de ella. No he tenido ningún otro trabajo. En los últimos 25 años he escrito y publicado todos los días”.

“ En la década de los años 70, por invitación de Carlos Canache Mata, llega a Margarita y allí funda, sucesivamente, los diarios El Sol de Margarita, El Impacto y La Voz de Juan Griego. En 1980, Miguel Ángel Capriles (padre) lo invita a venir a Caracas para encargarle la Jefatura de Redacción de la revista Venezuela Gráfica. “Era una cosa horrorosa, el periodismo que se hacía era demencial”, recuerda. 

“ Luego pasa a redactor, subdirector y director de Élite, otra de las desaparecidas revistas del emporio editorial Cadena Capriles. Y también dirigió El Mundo (en su era de vespertino), hasta que, en 1999, entregó el testigo a Teodoro Petkoff.